lunes, 26 de mayo de 2008

¿INSTITUTO O FUNDACIÓN?

LOS PRIMEROS DIEZ AÑOS DEL IRDEG.Avances y Retrocesos( 1a.Parte)

     La propaganda del gobierno regional ubica el relanzamiento del deporte guariqueño a partir de su asunción al final del siglo pasado. Se cuentan las medallas por cientos; los escalones alcanzados en el ranking de los juegos nacionales por decenas; los reconocimientos por miles; las asignaciones presupuestarias por millardos; la designación de nuestro inconcluso complejo deportivo como Ciudad Olímpica y unos cuantos etcéteras más.


     Lo que no menciona la propaganda del gobierno, es que la lucha por la descentralización y las múltiples diligencias por deslastrar al Guárico del férreo dominio del IND y sus anacrónicos ejercicios de la administración deportiva centralizada, datan de mucho antes. Las discusiones sobre la necesidad de montar a nuestro estado en la ola de la descentralización comenzaron al menos dos décadas atrás. La ineficacia operativa de los últimos años del ente encargado de la actividad deportiva regional, comparada con los protuberantes avances de entidades vecinas como Carabobo y Aragua, impulsó en la incipiente dirigencia deportiva guariqueña la necesidad de comenzar a hablar de los cambios necesarios para el deporte del Guárico.


     En distintos foros, asambleas, columnas, artículos de opinión, arrancaron las discusiones sobre los dos modelos probables de descentralización. Uno, la fundación, financiada y controlada desde el gobierno, pero con el suficiente carácter autonómico para designar sus propias autoridades, graduar sus asignaciones de acuerdo a los resultados y contener efectivamente el fenómeno de la burocratización que había aniquilado al IND. Obviamente estábamos observando con lupa el desempeño de Carabobo con Fundadeporte que ya mostraba sus primeros avances; y dos el Instituto Regional tipo Aragua. Dependiente como todo instituto, de las asignaciones presupuestarias de ley, del diseño de políticas complacientes, los nombramientos por parte de los políticos de turno y de la consecuente burocratización y su largo rosario de ineficacias conexas.



      Al final y a pesar de la opinión generalizada que el modelo a seguir era el de Carabobo, por todas las razones que expresamos previamente, se impuso la tesis del Instituto Regional. Claro, aquellos a quiénes correspondíó tomar esa decisión, les ocasionaba escozor, igual que ahora, la palabra autonomía. ¿Autónomos? ¿Para designar gente a ocupar cargos? ¿Para manejar los presupuestos asignados a la actividad?¿Para diseñar planes de masificación, aplicar programas de desarrollo, promoción de los nuevos clubes, ligas y asociaciones? ¿Para proponer la construcción de instalaciones deportivas acordes con los planes de crecimiento y expansión? ¡Que vá, perder control es perder poder! Seguramente “pensaron” aquellos ilustres dirigentes que se inclinaron por nuestro IRDEG, tal cual lo conocemos hoy.